Durante meses ayudó a entender la sexualidad a los andaluces desde la televisión autonómica. Su reciente conferencia en La Térmica de Málaga fue un éxito. El poder de convocatoria de Valérie Tasso puede resumirse en su capacidad por contextualizar y ayudar a comprender un tema polémico y disfrazado por enfoques dominantes. Porque, para ella, la sexualidad forma parte de la personalidad. Y la personalidad se configura con muchos factores. Tasso domina la filosofía, la mejor forma de entender la vida social. Y demuestra que hablar de sexualidad no es sólo hablar de sexo, de un enfoque genital. Sexualidad es hablar de consumismo, de las limitaciones que hay que romper, de feminismo, del negocio del sexo, de capitalismo, de mitos y tabúes, de aborto o de educación sexual.
La temporada pasada tenía una sección en el programa La Semana Más Larga, de Manu Sánchez, en Canal Sur. ¿Qué le llamaba la atención de las consultas realizadas por los andaluces?
Me sorprendían muchísimo los extremos. Por un lado, veía un desconocimiento total, que rozaba la ignorancia, en el sentido de que al oírlo lo primero que pensaba era de dónde habían sacado esa idea. Luego lo sabes: de Internet o amigos. O bien, estaba el otro extremo, consultas eróticas muy bien planteadas, pero que podían chocar a la gente. No había justa medida.
¿Es el sexo lo que creemos que es? era el título de la conferencia que ofreció en la Térmica de Málaga. ¿Qué es lo que nos han vendido?
Nos han vendido muchas cosas para controlar. Para empezar, una confusión de conceptos como sexo o sexualidad, que no es lo mismo. Sexo es a la persona lo que la sexualidad es a la personalidad. Es decir, yo soy un ser sexuado, tengo sexo. Y no me refiero a los genitales, sino a un sistema de valores, un sistema endocrino… El genital existe, pero es lo de menos. Porque hay personas que nacen en un cuerpo equivocado y quieren cambiar de sexo, no sólo de genitales. Es solo una parte. Es mucho más transcendental. De ahí que la transexualidad no se entienda bien. La sexualidad, en cambio, es la puesta en práctica del sexo. Con eso quiero decir que una persona que dice “no me gusta el sexo”, debe decir “no me gusta poner en práctica mi sexualidad”.
Y esa equivocación de conceptos cambia la perspectiva…
Claro, hay gente que dice que sus genitales están atrofiados porque no los utiliza. Vale, bien. Pero tu cerebro sigue funcionando, tu escala de valores también y tú eres sexo de los pies a la cabeza. Hacer entender algo tan sencillo cuesta muchísimo porque, si hablas de conceptos, la gente lo asocia al pensamiento abstracto y a la filosofía. También es cierto que la academia está haciendo mucho daño. Hay filósofos con los que no entiendes nada. Y la filosofía ayuda, es una terapia para la vida social. La gente habla con frivolidad de sexo o sexualidad. Te dicen: “Como practico sexo puedo hablar de sexo”. No, perdona. Yo tengo un corazón pero no hablaría de cardiología; un ojo, y no hago oftalmología. El estudio de la sexualidad ha estado en manos de otros.
De cuántos…
El sexo ha pasado por manos del clérigo, donde era pecado. Con la medicina era una patología. Con los psicólogos todo se explicaba desde el punto de vista de si salían de una escuela u otra. Y al menos aquí se intenta reivindicar la sexología sustantiva. Como materia de estudio propia, como en Bélgica. Pero no es fácil, porque cada uno quiere su parte de pastel. Recuerdo una sexóloga de aquí que decía que ella no había estudiado sexología, que se basaba en los apareamientos de animalitos de La 2… No, a ver. El sexo no nos hace más animal, nos hace más humanos.
Junto a esas perspectivas de la sexualidad se suma la del poder político. En nuestro país, ¿ha notado alguna característica específica al haber estado bajo el dominio del franquismo?
En el caso de las mujeres, he tenido las mismas preguntas por parte de una mujer francesa de 65 años como española. El cómo nos han vendido la sexualidad en el mundo occidental es un fenómeno global. Estados Unidos es tierra del puritanismo, pero también en Francia o Inglaterra nos han vendido los mismos condicionantes. Si a eso le metes una dictadura es peor. Si al modelo sexual masculino le añades un sistema político que lanza mensajes donde fomenta la culpa como ente controlador, no hace ningún favor. Sobre todo a la mujer, que siempre ha sido de la más perjudicada.
“El sexo no nos hace más animal, nos hace más humanos”
La intervención del poder en la sexualidad, Foucault la resumía en el concepto de la biopolítica. En una de sus conferencias afirmó que el sexo “es una pieza política de primera importancia para hacer de la sociedad una máquina de reproducción”. ¿Somos conscientes de este control?
No. Y mira que Foucault lo explica muy bien, pero la gente y los jóvenes no tienen referencias. No saben quién es Foucault. Hablaba en la conferencia de que la mujer no está ahora más liberada que antes, sino que es más consumidora. Eso es biopolítica. No me lo invento. Lo decía Foucault. Yo retomo esa idea. A veces ves debates con mujeres que piensan que ser liberada es enseñar las tetas, y eso es estúpido en sí mismo. No tiene nada que ver. O bien lo piensan porque tienen en el bolso el vibrador 2.0, que nunca lo he entendido. Está bien saberlo, pero la gente no se da cuenta de que hay algo más transcendente.
Con ese tipo de elementos creen que son más libres…
Sí, y no lo son. Son consumidoras porque estamos en un sistema capitalista.
Capitalismo y sexualidad es una relación complicada…
Muy complicada. El sistema actual resume una paradoja. Ahora nos dicen que sabemos más que antes. Pero no. Lo único que hace es alentar a crear más tópicos para que esta cadena construida sea cada vez más grande y no se rompa. Sólo añadimos más eslabones porque cuanta más información haya más difícil será ir a lo esencial. Encontrar la aguja en el pajar. En mi libro Antimanual de sexo describía una película donde un bufete de abogados debía presentar un papel. Pero ese papel inculpaba a su cliente. Y debían entregarlo. La solución fue mandar un camión con un millón de papeles. El documento lo habían llevado pero, ¿quién encontraba ese papel entre todos? Lo que hicieron es confundir. Y el sistema capitalista hace eso. Además tiene mensajes tan subliminales… Debes estar siempre alerta.
Y en este tratamiento capitalista, ¿qué papel juega la mujer?
Es el último protagonista que había que tocar, pero lo hacen de una forma muy lista. Pero ellas mismas se lo creen. Si les dices a un grupo de mujeres que ellas no son liberadas, te saltan.
Se han convencido entre toda esa información confusa…
Sí, están engañadas.
¿Y el cibersexo?
Es interesante porque demuestra cuán presente está el sexo en el cerebro. Es como el sexo con una persona tetrapléjica, que no puede tener un coito: ¿por eso no puede tener derecho a la sexualidad? Claro que sí, porque el sexo está en la cabeza.
Ese capitalismo también sustenta una industria sexual que busca sólo el rendimiento inmediato…
Sí. Sé que cuando diga esto me van a saltar encima. Pero los fabricantes de condones son uno de ellos. Desde el condón XXL, el de sabor, el ultrafino… Todo esto bajo el lema de “Cuídate”. Lo que hacen es vender. Es consumismo puro y duro. Atención. Por supuesto que hacen falta los preservativos, pero el sexo es más que eso. Además siguen unos criterios de medición para que todos seamos unos estereotipos, que sigamos follando 1,8 veces a la semana, o quien tenga un micropene lo obliguen a operarse. O cuando dicen que hacen cine porno para las mujeres y al final siempre se basan en lo genital.
Precisamente en este negocio se inscribe últimamente, con éxito, la himenoplastia o labioplastia…
Sí, y te dirán que mejora tu vida sexual. Un americano se forró con la labioplastia. Y comentaba que las mujeres iban y le decían que querían los labios de una modelo de Playboy. Y dices… bueno, lo que piden es una inexistencia de labios. Esto forma parte de la sexualidad adultista. Es decir, la que quiere siempre un cuerpo juvenil y unos labios así… Que es un poco perverso porque recuerda a lo infantil. Es como teñirse de rubia. En la historia del cabello, la morena era “la guarra” porque las primeras modelos eróticas eran morenas. Lo rubio siempre es lo bello. Mira el cuadro del Nacimiento de Venus. Todo esto sirve para encajar sólo en un tipo de mujer con talla 38. Y ya, en los genitales, llegamos a un nivel en el que hay que convencer de que no sobra nada, porque creo que cada uno, el ver al otro con su propio cuerpo, es lo más erótico. Con la reconstrucción del himen hay culturas o sociedades donde ayudas a solucionar un problema. Pero desde nuestro mundo lo ves y tienes que convencerlas de que es una operación con sus riesgos, del dinero que destinas, y de que te arriesgas. Creo que es gente que no tiene otra cosa que hacer. No tiene sentido. Porque además, para qué volver a perder la virginidad cuando ya habías ganado en experiencia. Es ridículo.
Quizás es imposible impedir que esto se promueva…
Lo promueve el hombre y la industria porno, que quiere una mujer con ciertos labios. O que quiere un hombre con cierto pene. Pero lo peor es que luego hablas con mujeres y les dices que no importa el tamaño y ellas te responden que sí importa. Todo esto es construido. Y nosotras, las mujeres, hemos reforzado este discurso normativo.
“Hablas con mujeres y les dices que no importa el tamaño y ellas te responden que sí importa. Todo esto es construido. Y nosotras, las mujeres, hemos reforzado este discurso normativo”
¿Qué papel ha jugado el feminismo en este proceso?
Es una pregunta complicada. Hay movimientos feministas, en plural. No es igual lo que dice MacKinnon en Estados Unidos que Elisabeth Badinter en Francia. El feminismo radical, que yo no entiendo, parte de que la mujer es dueña de su cuerpo. Sin embargo, condena la prostitución porque no entiende que haya mujeres que quieran ejercerla. Y se debe a que para ellas es una creencia, una fe, y ahí la razón no puede hacer nada. MacKinnon es de estas radicales y tiene un lema terrible que dice: “la pornografía es la teoría y la violación es la práctica”. Hablar del feminismo es complicado. Lo que sí puedo decir es que con las que yo he topado aquí, en España, me ponen a parir.
¿Por?
Una vez di una charla y una de ellas dijo que yo iba a hacer apología de la prostitución, cuando yo iba a hablar de sexualidad y jóvenes. Es decir, ni siquiera se sentó para escucharme. Son fanáticas. Y contra el fanatismo no puedes hacer nada. Frente a esos casos, me callo. Pero hay una contradicción en este feminismo. Si tu cuerpo es tuyo, entonces tú hablas y dominas sobre el cuerpo de otra, donde le quitas libertad. Y, por otra parte… Lo siento, tengo que decirlo. Estas mujeres hacen negocio de las propias mujeres. Si se regulariza la prostitución, por ejemplo, les quitan su subvención, su camionetita con la que reparten comida, su fundación… Cuando deje de ser un problema, como en Dinamarca, estas mujeres desaparecen. Me molesta este discurso hipócrita. Y no entiendo que la gente no vea que ellas son las primeras en vivir de la mujer.
Si la situación es tensa o polémica cuando se habla de sexo, lo es aún más cuando esa necesidad se legisla. Todos estos temas generan más debate y trascendencia que otros. Por ejemplo, las leyes a favor o en contra de los derechos de la homosexualidad, el aborto o la prostitución que mencionabas.
Sí, pero es porque la gente no lo entiende. Yo uso mucho una frase para reflexionar sobre la prostitución: si pensamos que la prostitución es la trata de blancas y hay que abolirla, también hay corrupción en la política y no por eso abolimos la política. Con eso te lo digo todo. Que venga alguien a rebatirme esto. No todos los políticos son corruptos. No por haber corruptos en la política hay que abolirla. La trata de blancas no es la prostitución. Es algo que afecta a la prostitución. Lo que hay que hacer es luchar contra las mafias que crecen con la ilegalidad. Una feminista radical te dirá lo contrario. Pero yo no hago apología de la prostitución.
“Si pensamos que la prostitución es la trata de blancas y hay que abolirla, también hay corrupción en la política y no por eso abolimos la política”
Posicionarse no es elegir entre blanco o negro…
Aquí me toca mucho los ovarios que cuando no estás de acuerdo con algo parece que, entonces, apoyas todo lo contrario… Hay muchos grises.
La vida es más compleja…
Afortunadamente, porque si no fuera así seríamos mucho más bobos.
Retomando los problemas legislativos en torno a la sexualidad en la sociedad, otro tema de debate es la educación. Y, dentro de él, la segregación por sexos en las escuelas…
Huy, Dios… Separar niños de niñas, que no haya escuelas mixtas… ¿a eso te refieres?
Sí, hay modelos educativos que lo defienden…
Es una tontería tremenda porque hay algo muy básico. La mujer se define para con el hombre, y el hombre para con la mujer. En algún momento se encontrarán. Los niños se tienen que mezclar. Forma parte de su desarrollo más adelante, es inevitable. Apoyar eso es volver hacia atrás. Yo he conocido colegios de niñas y de niños internos y cuando lo prohíbes, trae algo peor. Es mejor relacionarse y así nos entendemos. Si eso no lo asumimos, no comprendemos nada del ser humano. El problema está en esos dogmas. En, por ejemplo, cuando te dicen que la niña no se quede embarazada pero no ponen remedios previos.
“El problema está en los dogmas: cuando te dicen que la niña no se quede embarazada pero no ponen remedios previos”
Y, precisamente, en una época de tanta información como la actual, se siguen produciendo embarazos de adolescentes.
No es responsabilidad sólo de padres, sino de todos. Y empieza antes de la adolescencia. La semana pasada, en un programa de la tele, dije que si los padres no se sienten capaces de hablar de sexo con sus hijos, sobre todo a los cinco años, hagan que esos hijos acudan a talleres específicos. Al decir eso, he recibido mensajes llamándome de todo: que era pervertida, que no les extrañaba que existiese la pederastia con estas reflexiones… Eso es el fanatismo. Yo sigo, es igual, porque de cinco a ocho años es la edad ideal. Y si no son capaces de hablar, que no lo hagan, porque trae inseguridad, confusión, culpa, cuando el niño lo ve normal. Creo que al final, lo fundamental, es crear talleres para padres. De ellos es de quien habría que protegerlos si son así. Proteger al niño más de los padres que del sexo.
Otro tema actual: el aborto…
Es curiosa la escena de la chica que va a abortar. Fuera, con pancartas, otras mujeres gritan su defensa de la vida. Y, en Estados Unidos, quienes estaban contra el aborto tiraban piedras a las que iban a las clínicas. Dicen que abortar es un asesinato. Pero ellas agredían a la que abortaban. No puedo comulgar con esto. Los gritos de “asesina”… El trauma que les queda no es ya sólo el aborto, sino más la presión social. Y luego está cuando te mandan la foto del feto abortado, pero lo hacen porque no saben argumentar.
Hay personas que desconocen los beneficios de la legalización en muchos de estos campos…
Si las cosas se legalizan se hacen bien. Si no, se hacen mal. He leído la noticia de la chica que va a vender su riñón por estar en paro. A ver… Primero, esto es inaudito porque nadie debería llegar a ese punto en un país donde nos lo venden como primer mundo. Pero, si hay que hacer cosas arriesgadas, que se hagan bien. O, en cambio, sólo pones en riesgo la vida de la gente y hacer chapuzas. Si no respetas, si ese es tu concepto de vida, entonces tu escala de valores es asquerosa.
John Lennon decía que “vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, aunque la violencia se practica a plena luz del día”…
Pero es porque la violencia la hemos banalizado. Se usa cotidianamente. Y la violencia muestra parte de la condición humana. Haneke lo refleja muy bien. La violencia en la televisión, en debates de programas vacíos… Y el sexo, en el fondo, sigue molestando. Somos sociedades violentas, que declaran guerras. Interesa más enseñar la violencia que el sexo. Y el sexo tiene mensajes más interesantes como profundizar en las relaciones. ¿Conoces a Bauman?
“Somos sociedades violentas, que declaran guerras. Interesa más enseñar la violencia que el sexo”
Sí… La modernidad líquida, el amor líquido…
Sí. Debería leerlo todo el mundo, aunque la gente rechace leer el ensayo. Pero él lo explica muy bien. Porque ese concepto de líquido lo impregna todo. No sólo está en el pensamiento. También la confusión de amor y enamoramiento, el amor líquido…
Y se refleja en todo tipo de relaciones, como la amistad y las decepciones que te llevas con las personas.
Sí, pero eso es porque la gente se acostumbra a usar y tirar. Soy amigo tuyo un tiempo y después me olvido. Es como el propio sistema consumista. Antes se rompía un zapato o una camisa y la arreglabas. Ahora lo tiras, lo recambias, hay un sustituto siempre. Lo compras y lo repones. Con las relaciones personales, igual. Y, precisamente, lo que debemos es trabajar más esas relaciones. No desecharlas. Es la única forma de avanzar.
La temporada pasada tenía una sección en el programa La Semana Más Larga, de Manu Sánchez, en Canal Sur. ¿Qué le llamaba la atención de las consultas realizadas por los andaluces?
Me sorprendían muchísimo los extremos. Por un lado, veía un desconocimiento total, que rozaba la ignorancia, en el sentido de que al oírlo lo primero que pensaba era de dónde habían sacado esa idea. Luego lo sabes: de Internet o amigos. O bien, estaba el otro extremo, consultas eróticas muy bien planteadas, pero que podían chocar a la gente. No había justa medida.
¿Es el sexo lo que creemos que es? era el título de la conferencia que ofreció en la Térmica de Málaga. ¿Qué es lo que nos han vendido?
Nos han vendido muchas cosas para controlar. Para empezar, una confusión de conceptos como sexo o sexualidad, que no es lo mismo. Sexo es a la persona lo que la sexualidad es a la personalidad. Es decir, yo soy un ser sexuado, tengo sexo. Y no me refiero a los genitales, sino a un sistema de valores, un sistema endocrino… El genital existe, pero es lo de menos. Porque hay personas que nacen en un cuerpo equivocado y quieren cambiar de sexo, no sólo de genitales. Es solo una parte. Es mucho más transcendental. De ahí que la transexualidad no se entienda bien. La sexualidad, en cambio, es la puesta en práctica del sexo. Con eso quiero decir que una persona que dice “no me gusta el sexo”, debe decir “no me gusta poner en práctica mi sexualidad”.
Y esa equivocación de conceptos cambia la perspectiva…
Claro, hay gente que dice que sus genitales están atrofiados porque no los utiliza. Vale, bien. Pero tu cerebro sigue funcionando, tu escala de valores también y tú eres sexo de los pies a la cabeza. Hacer entender algo tan sencillo cuesta muchísimo porque, si hablas de conceptos, la gente lo asocia al pensamiento abstracto y a la filosofía. También es cierto que la academia está haciendo mucho daño. Hay filósofos con los que no entiendes nada. Y la filosofía ayuda, es una terapia para la vida social. La gente habla con frivolidad de sexo o sexualidad. Te dicen: “Como practico sexo puedo hablar de sexo”. No, perdona. Yo tengo un corazón pero no hablaría de cardiología; un ojo, y no hago oftalmología. El estudio de la sexualidad ha estado en manos de otros.
De cuántos…
El sexo ha pasado por manos del clérigo, donde era pecado. Con la medicina era una patología. Con los psicólogos todo se explicaba desde el punto de vista de si salían de una escuela u otra. Y al menos aquí se intenta reivindicar la sexología sustantiva. Como materia de estudio propia, como en Bélgica. Pero no es fácil, porque cada uno quiere su parte de pastel. Recuerdo una sexóloga de aquí que decía que ella no había estudiado sexología, que se basaba en los apareamientos de animalitos de La 2… No, a ver. El sexo no nos hace más animal, nos hace más humanos.
Junto a esas perspectivas de la sexualidad se suma la del poder político. En nuestro país, ¿ha notado alguna característica específica al haber estado bajo el dominio del franquismo?
En el caso de las mujeres, he tenido las mismas preguntas por parte de una mujer francesa de 65 años como española. El cómo nos han vendido la sexualidad en el mundo occidental es un fenómeno global. Estados Unidos es tierra del puritanismo, pero también en Francia o Inglaterra nos han vendido los mismos condicionantes. Si a eso le metes una dictadura es peor. Si al modelo sexual masculino le añades un sistema político que lanza mensajes donde fomenta la culpa como ente controlador, no hace ningún favor. Sobre todo a la mujer, que siempre ha sido de la más perjudicada.
“El sexo no nos hace más animal, nos hace más humanos”
La intervención del poder en la sexualidad, Foucault la resumía en el concepto de la biopolítica. En una de sus conferencias afirmó que el sexo “es una pieza política de primera importancia para hacer de la sociedad una máquina de reproducción”. ¿Somos conscientes de este control?
No. Y mira que Foucault lo explica muy bien, pero la gente y los jóvenes no tienen referencias. No saben quién es Foucault. Hablaba en la conferencia de que la mujer no está ahora más liberada que antes, sino que es más consumidora. Eso es biopolítica. No me lo invento. Lo decía Foucault. Yo retomo esa idea. A veces ves debates con mujeres que piensan que ser liberada es enseñar las tetas, y eso es estúpido en sí mismo. No tiene nada que ver. O bien lo piensan porque tienen en el bolso el vibrador 2.0, que nunca lo he entendido. Está bien saberlo, pero la gente no se da cuenta de que hay algo más transcendente.
Con ese tipo de elementos creen que son más libres…
Sí, y no lo son. Son consumidoras porque estamos en un sistema capitalista.
Capitalismo y sexualidad es una relación complicada…
Muy complicada. El sistema actual resume una paradoja. Ahora nos dicen que sabemos más que antes. Pero no. Lo único que hace es alentar a crear más tópicos para que esta cadena construida sea cada vez más grande y no se rompa. Sólo añadimos más eslabones porque cuanta más información haya más difícil será ir a lo esencial. Encontrar la aguja en el pajar. En mi libro Antimanual de sexo describía una película donde un bufete de abogados debía presentar un papel. Pero ese papel inculpaba a su cliente. Y debían entregarlo. La solución fue mandar un camión con un millón de papeles. El documento lo habían llevado pero, ¿quién encontraba ese papel entre todos? Lo que hicieron es confundir. Y el sistema capitalista hace eso. Además tiene mensajes tan subliminales… Debes estar siempre alerta.
Y en este tratamiento capitalista, ¿qué papel juega la mujer?
Es el último protagonista que había que tocar, pero lo hacen de una forma muy lista. Pero ellas mismas se lo creen. Si les dices a un grupo de mujeres que ellas no son liberadas, te saltan.
Se han convencido entre toda esa información confusa…
Sí, están engañadas.
¿Y el cibersexo?
Es interesante porque demuestra cuán presente está el sexo en el cerebro. Es como el sexo con una persona tetrapléjica, que no puede tener un coito: ¿por eso no puede tener derecho a la sexualidad? Claro que sí, porque el sexo está en la cabeza.
Ese capitalismo también sustenta una industria sexual que busca sólo el rendimiento inmediato…
Sí. Sé que cuando diga esto me van a saltar encima. Pero los fabricantes de condones son uno de ellos. Desde el condón XXL, el de sabor, el ultrafino… Todo esto bajo el lema de “Cuídate”. Lo que hacen es vender. Es consumismo puro y duro. Atención. Por supuesto que hacen falta los preservativos, pero el sexo es más que eso. Además siguen unos criterios de medición para que todos seamos unos estereotipos, que sigamos follando 1,8 veces a la semana, o quien tenga un micropene lo obliguen a operarse. O cuando dicen que hacen cine porno para las mujeres y al final siempre se basan en lo genital.
Precisamente en este negocio se inscribe últimamente, con éxito, la himenoplastia o labioplastia…
Sí, y te dirán que mejora tu vida sexual. Un americano se forró con la labioplastia. Y comentaba que las mujeres iban y le decían que querían los labios de una modelo de Playboy. Y dices… bueno, lo que piden es una inexistencia de labios. Esto forma parte de la sexualidad adultista. Es decir, la que quiere siempre un cuerpo juvenil y unos labios así… Que es un poco perverso porque recuerda a lo infantil. Es como teñirse de rubia. En la historia del cabello, la morena era “la guarra” porque las primeras modelos eróticas eran morenas. Lo rubio siempre es lo bello. Mira el cuadro del Nacimiento de Venus. Todo esto sirve para encajar sólo en un tipo de mujer con talla 38. Y ya, en los genitales, llegamos a un nivel en el que hay que convencer de que no sobra nada, porque creo que cada uno, el ver al otro con su propio cuerpo, es lo más erótico. Con la reconstrucción del himen hay culturas o sociedades donde ayudas a solucionar un problema. Pero desde nuestro mundo lo ves y tienes que convencerlas de que es una operación con sus riesgos, del dinero que destinas, y de que te arriesgas. Creo que es gente que no tiene otra cosa que hacer. No tiene sentido. Porque además, para qué volver a perder la virginidad cuando ya habías ganado en experiencia. Es ridículo.
Quizás es imposible impedir que esto se promueva…
Lo promueve el hombre y la industria porno, que quiere una mujer con ciertos labios. O que quiere un hombre con cierto pene. Pero lo peor es que luego hablas con mujeres y les dices que no importa el tamaño y ellas te responden que sí importa. Todo esto es construido. Y nosotras, las mujeres, hemos reforzado este discurso normativo.
“Hablas con mujeres y les dices que no importa el tamaño y ellas te responden que sí importa. Todo esto es construido. Y nosotras, las mujeres, hemos reforzado este discurso normativo”
¿Qué papel ha jugado el feminismo en este proceso?
Es una pregunta complicada. Hay movimientos feministas, en plural. No es igual lo que dice MacKinnon en Estados Unidos que Elisabeth Badinter en Francia. El feminismo radical, que yo no entiendo, parte de que la mujer es dueña de su cuerpo. Sin embargo, condena la prostitución porque no entiende que haya mujeres que quieran ejercerla. Y se debe a que para ellas es una creencia, una fe, y ahí la razón no puede hacer nada. MacKinnon es de estas radicales y tiene un lema terrible que dice: “la pornografía es la teoría y la violación es la práctica”. Hablar del feminismo es complicado. Lo que sí puedo decir es que con las que yo he topado aquí, en España, me ponen a parir.
¿Por?
Una vez di una charla y una de ellas dijo que yo iba a hacer apología de la prostitución, cuando yo iba a hablar de sexualidad y jóvenes. Es decir, ni siquiera se sentó para escucharme. Son fanáticas. Y contra el fanatismo no puedes hacer nada. Frente a esos casos, me callo. Pero hay una contradicción en este feminismo. Si tu cuerpo es tuyo, entonces tú hablas y dominas sobre el cuerpo de otra, donde le quitas libertad. Y, por otra parte… Lo siento, tengo que decirlo. Estas mujeres hacen negocio de las propias mujeres. Si se regulariza la prostitución, por ejemplo, les quitan su subvención, su camionetita con la que reparten comida, su fundación… Cuando deje de ser un problema, como en Dinamarca, estas mujeres desaparecen. Me molesta este discurso hipócrita. Y no entiendo que la gente no vea que ellas son las primeras en vivir de la mujer.
Si la situación es tensa o polémica cuando se habla de sexo, lo es aún más cuando esa necesidad se legisla. Todos estos temas generan más debate y trascendencia que otros. Por ejemplo, las leyes a favor o en contra de los derechos de la homosexualidad, el aborto o la prostitución que mencionabas.
Sí, pero es porque la gente no lo entiende. Yo uso mucho una frase para reflexionar sobre la prostitución: si pensamos que la prostitución es la trata de blancas y hay que abolirla, también hay corrupción en la política y no por eso abolimos la política. Con eso te lo digo todo. Que venga alguien a rebatirme esto. No todos los políticos son corruptos. No por haber corruptos en la política hay que abolirla. La trata de blancas no es la prostitución. Es algo que afecta a la prostitución. Lo que hay que hacer es luchar contra las mafias que crecen con la ilegalidad. Una feminista radical te dirá lo contrario. Pero yo no hago apología de la prostitución.
“Si pensamos que la prostitución es la trata de blancas y hay que abolirla, también hay corrupción en la política y no por eso abolimos la política”
Posicionarse no es elegir entre blanco o negro…
Aquí me toca mucho los ovarios que cuando no estás de acuerdo con algo parece que, entonces, apoyas todo lo contrario… Hay muchos grises.
La vida es más compleja…
Afortunadamente, porque si no fuera así seríamos mucho más bobos.
Retomando los problemas legislativos en torno a la sexualidad en la sociedad, otro tema de debate es la educación. Y, dentro de él, la segregación por sexos en las escuelas…
Huy, Dios… Separar niños de niñas, que no haya escuelas mixtas… ¿a eso te refieres?
Sí, hay modelos educativos que lo defienden…
Es una tontería tremenda porque hay algo muy básico. La mujer se define para con el hombre, y el hombre para con la mujer. En algún momento se encontrarán. Los niños se tienen que mezclar. Forma parte de su desarrollo más adelante, es inevitable. Apoyar eso es volver hacia atrás. Yo he conocido colegios de niñas y de niños internos y cuando lo prohíbes, trae algo peor. Es mejor relacionarse y así nos entendemos. Si eso no lo asumimos, no comprendemos nada del ser humano. El problema está en esos dogmas. En, por ejemplo, cuando te dicen que la niña no se quede embarazada pero no ponen remedios previos.
“El problema está en los dogmas: cuando te dicen que la niña no se quede embarazada pero no ponen remedios previos”
Y, precisamente, en una época de tanta información como la actual, se siguen produciendo embarazos de adolescentes.
No es responsabilidad sólo de padres, sino de todos. Y empieza antes de la adolescencia. La semana pasada, en un programa de la tele, dije que si los padres no se sienten capaces de hablar de sexo con sus hijos, sobre todo a los cinco años, hagan que esos hijos acudan a talleres específicos. Al decir eso, he recibido mensajes llamándome de todo: que era pervertida, que no les extrañaba que existiese la pederastia con estas reflexiones… Eso es el fanatismo. Yo sigo, es igual, porque de cinco a ocho años es la edad ideal. Y si no son capaces de hablar, que no lo hagan, porque trae inseguridad, confusión, culpa, cuando el niño lo ve normal. Creo que al final, lo fundamental, es crear talleres para padres. De ellos es de quien habría que protegerlos si son así. Proteger al niño más de los padres que del sexo.
Otro tema actual: el aborto…
Es curiosa la escena de la chica que va a abortar. Fuera, con pancartas, otras mujeres gritan su defensa de la vida. Y, en Estados Unidos, quienes estaban contra el aborto tiraban piedras a las que iban a las clínicas. Dicen que abortar es un asesinato. Pero ellas agredían a la que abortaban. No puedo comulgar con esto. Los gritos de “asesina”… El trauma que les queda no es ya sólo el aborto, sino más la presión social. Y luego está cuando te mandan la foto del feto abortado, pero lo hacen porque no saben argumentar.
Hay personas que desconocen los beneficios de la legalización en muchos de estos campos…
Si las cosas se legalizan se hacen bien. Si no, se hacen mal. He leído la noticia de la chica que va a vender su riñón por estar en paro. A ver… Primero, esto es inaudito porque nadie debería llegar a ese punto en un país donde nos lo venden como primer mundo. Pero, si hay que hacer cosas arriesgadas, que se hagan bien. O, en cambio, sólo pones en riesgo la vida de la gente y hacer chapuzas. Si no respetas, si ese es tu concepto de vida, entonces tu escala de valores es asquerosa.
John Lennon decía que “vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, aunque la violencia se practica a plena luz del día”…
Pero es porque la violencia la hemos banalizado. Se usa cotidianamente. Y la violencia muestra parte de la condición humana. Haneke lo refleja muy bien. La violencia en la televisión, en debates de programas vacíos… Y el sexo, en el fondo, sigue molestando. Somos sociedades violentas, que declaran guerras. Interesa más enseñar la violencia que el sexo. Y el sexo tiene mensajes más interesantes como profundizar en las relaciones. ¿Conoces a Bauman?
“Somos sociedades violentas, que declaran guerras. Interesa más enseñar la violencia que el sexo”
Sí… La modernidad líquida, el amor líquido…
Sí. Debería leerlo todo el mundo, aunque la gente rechace leer el ensayo. Pero él lo explica muy bien. Porque ese concepto de líquido lo impregna todo. No sólo está en el pensamiento. También la confusión de amor y enamoramiento, el amor líquido…
Y se refleja en todo tipo de relaciones, como la amistad y las decepciones que te llevas con las personas.
Sí, pero eso es porque la gente se acostumbra a usar y tirar. Soy amigo tuyo un tiempo y después me olvido. Es como el propio sistema consumista. Antes se rompía un zapato o una camisa y la arreglabas. Ahora lo tiras, lo recambias, hay un sustituto siempre. Lo compras y lo repones. Con las relaciones personales, igual. Y, precisamente, lo que debemos es trabajar más esas relaciones. No desecharlas. Es la única forma de avanzar.
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