Al loro... Muy buen artículo y he aquí mi reflexión personal acerca del tema:
Siempre me he preguntado cuánto de envidia tiene la admiración, creo que un poco. Hay un sentido en que la admiración y la envidia son una mierda por igual: pensar que a uno le falta algo que otro tiene de lo que supuestamente él mismo carece. A mí no me falta nada, si no tengo algo que alguien tiene no me falta algo, simplemente soy diferente o o no lo consigo porque realmente no estoy dispuesta a hacer lo que hace falta para conseguirlo, pero nunca carezco de algo. Miro a los demás siempre como iguales. En todo caso, si algo de esto nos limita para brillar, para ser nosotros mismos, creo que es un poco patético. Eso sí, mejor la admiración que la envidia, a no ser que uno sea demasiado tonto, en ese caso tal vez sea hasta peor, ya que cuando yo veo lo que admiran los tontos sé muy bien que yo tengo eso también o puedo tenerlo. Los tontos ven en los demás lo que ellos mismos ya tienen disponible en su vida porque son tan tontos que son inconscientes de su valor y lo temen, por eso lo miran en otros. Eso sí, con los tontos mejor no luchar, son capaces de deificar el brillo de la falsedad y la estupidez; y no es oro todo lo que reluce, en este mundo la mierda y el autoengaño relucen igual. A ver si con el tiempo me enfado algo menos.
La conclusión a la que acabo de llegar para mí misma es que la admiración real es un reconocimiento de uno mismo en el otro desde la igualdad y la plenitud, que nos guía hacia nuestros propios potenciales, talentos y valores, no algo inalcanzable de otro para uno mismo, ya que eso es una idealización, es decir, mentira. Vaya, para pensarlo, ¿no?
Moraleja: tú también lo tienes, tu también podrías. Tú eres simplemente diferente, ¿para qué te estás comparando?, ¿de qué manera les juzgas y te juzgas? ¡Sal de la caverna y brilla! Deja de opacarte y ensalzar a otros. No te pases la vida como espectador del cuadro de tu propia inercia. Para esto, toca exponerse, dejar de esconderse de manera conformista, autocomplaciente, mediocre, narcisista y pasiva en las apariencias sociales y jugarlo uno mismo. No creas en el culto al ego, es una engañosa estafa y no hay edificios tan altos que no sean apariencia o garantía de autodestrucción. Así que deja el rol de mero espectador, compruébalo por ti mismo, a ver si realmente es así de cojonudo lo que crees que ves, porque lo más probable es que sea la película que te montas de ello. Involúcrate de manera real y vive, por propia experiencia sé que tratándose de películas es mejor una película propia que una ajena, aunque claro, en algunos casos es más cómodo ser un actor secundario, y así tampoco está obligado uno a dirigir...
Siempre me he preguntado cuánto de envidia tiene la admiración, creo que un poco. Hay un sentido en que la admiración y la envidia son una mierda por igual: pensar que a uno le falta algo que otro tiene de lo que supuestamente él mismo carece. A mí no me falta nada, si no tengo algo que alguien tiene no me falta algo, simplemente soy diferente o o no lo consigo porque realmente no estoy dispuesta a hacer lo que hace falta para conseguirlo, pero nunca carezco de algo. Miro a los demás siempre como iguales. En todo caso, si algo de esto nos limita para brillar, para ser nosotros mismos, creo que es un poco patético. Eso sí, mejor la admiración que la envidia, a no ser que uno sea demasiado tonto, en ese caso tal vez sea hasta peor, ya que cuando yo veo lo que admiran los tontos sé muy bien que yo tengo eso también o puedo tenerlo. Los tontos ven en los demás lo que ellos mismos ya tienen disponible en su vida porque son tan tontos que son inconscientes de su valor y lo temen, por eso lo miran en otros. Eso sí, con los tontos mejor no luchar, son capaces de deificar el brillo de la falsedad y la estupidez; y no es oro todo lo que reluce, en este mundo la mierda y el autoengaño relucen igual. A ver si con el tiempo me enfado algo menos.
La conclusión a la que acabo de llegar para mí misma es que la admiración real es un reconocimiento de uno mismo en el otro desde la igualdad y la plenitud, que nos guía hacia nuestros propios potenciales, talentos y valores, no algo inalcanzable de otro para uno mismo, ya que eso es una idealización, es decir, mentira. Vaya, para pensarlo, ¿no?
Moraleja: tú también lo tienes, tu también podrías. Tú eres simplemente diferente, ¿para qué te estás comparando?, ¿de qué manera les juzgas y te juzgas? ¡Sal de la caverna y brilla! Deja de opacarte y ensalzar a otros. No te pases la vida como espectador del cuadro de tu propia inercia. Para esto, toca exponerse, dejar de esconderse de manera conformista, autocomplaciente, mediocre, narcisista y pasiva en las apariencias sociales y jugarlo uno mismo. No creas en el culto al ego, es una engañosa estafa y no hay edificios tan altos que no sean apariencia o garantía de autodestrucción. Así que deja el rol de mero espectador, compruébalo por ti mismo, a ver si realmente es así de cojonudo lo que crees que ves, porque lo más probable es que sea la película que te montas de ello. Involúcrate de manera real y vive, por propia experiencia sé que tratándose de películas es mejor una película propia que una ajena, aunque claro, en algunos casos es más cómodo ser un actor secundario, y así tampoco está obligado uno a dirigir...
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"Más allá de este famoso experimento, en la jerga del desarrollo personal se dice que padecemos el síndrome de Solomon cuando tomamos decisiones o adoptamos comportamientos para evitar sobresalir, destacar o brillar en un grupo social determinado."
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