Patio, mediodía estival. Yo, niña
y mi tío bebiendo del botijo
Hay recuerdos que no siguen en ti
-luz, en los que sigues-
El destino del botijo, el destino
de su cuerpo
La vida aparenta objetos, contornos
que nos retienen
Brillo que ciega, viviré siempre
en ese patio
donde no hay forma, sino amor
y silencio
Aún respiro la humedad
el sudor fresco del verano
emanando de su cuerpo fornido
donde veo la vida
y jamás
la muerte
Claridad cegadora
en la memoria, amor
molde incomprensible
Extinguirse...
qué truco
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