No sé si todavía sigo teniendo 11 sentidos pero con tener los que tenga me conformo, siento la vida como un caos de intensas y abundantes sensaciones y, la verdad, no sé cómo hacer para que te des cuenta de lo delirantemente vivos que estamos.
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(Artículo de Laura Orsina y Axel Cipollini, pareja, caminantes en un viaje hacia la consciencia y la creatividad y hacedores del amor con la Vida)
Sensualidad. Es un talento, un don, un arte.
Es un talento del cuerpo, un don del alma que se expresa en el arte de vivir sensualmente.
Hay personas que nacen con este don y son conscientes de tener esta gracia, se mueven, hablan, se acercan a los demás con confianza y naturalidad, mezclando en una mágica alquimia sensibilidad, energía, deseo, fascinación.
Pueden ser seductoras sin volverse ambiguas, son pasionales y espontáneas al mismo tiempo.
También pueden ser muy diferentes entre ellas, por sexo, edad, aspecto, pero todas tienen algo en común.
Nada que ver con el concepto de belleza física según los cánones tradicionales ni tampoco con los falsos estereotipos de nuestro tiempo, aquí estamos hablando de una sutil armonía de gestos y de movimientos, del sonido de la voz, del calor y de la tensión relajada del cuerpo, de una sintonía de piel con el mundo que esta personas expresan de manera constante y fluida.
Y eso pasa haya un sujeto hacia quien dirigirlos o no.
Porque un ser naturalmente sensual no necesita de un escenario ni de un publico, no está interpretando un rol.
Simplemente goza de la vida y de las sensaciones que la vida le regala sin poner en marcha patrones automáticos de comportamiento, sin esquemas, viviendo cada instante con la atención total y absoluta que absorbe a un niño jugando.
¿Es esta una suerte para pocos afortunados?
En realidad no, este don maravilloso es patrimonio de cada uno de nosotros, solo nos hemos olvidado poseerlo. La sensualidad como alegría, presencia, espontaneidad, pasión absoluta por la vida está presente en todos nosotros desde nuestro nacimiento, y aun antes de este momento.
Y como la palabra lo dice, está totalmente vinculada a nuestros sentidos. En cada momento de nuestra vida utilizamos nuestras capacidades sensoriales, pero normalmente ni nos damos cuenta de que esto está pasando o, aun más a menudo, utilizamos en manera muy limitada estas capacidades.
Nos movemos como autómatas, sin percibir el movimiento, la musculatura, el esqueleto que nos sostiene. Respiramos tensos, contraídos y casi en apnea casi todo el día.
Tocamos muestro cuerpo, el cuerpo de los demás y los objetos que nos rodean, pero no nos damos cuenta de los mensajes que nos está transmitiendo nuestra piel. Comemos distraídamente, la mayoría de las veces haciendo y pensando en otros asuntos, pero no saboreamos la comida.
Miles de olores y perfumes llegan a nuestras narices y envían sensaciones a nuestro cerebro, pero ni los percibimos. Una babel de sonidos y ruidos llega a nuestros oídos, pero no podemos escuchar de verdad con toda nuestra atención.
Nuestros ojos reciben una multitud de solicitaciones en imágenes, pero no podemos ver de verdad. Sin embargo, justamente nuestros sentidos son la llave para entrar en contacto directo y real con el mundo que nos rodea.
Recontactar con los sentidos significa gozar de la maravilla de la vida y unirlos a la conciencia es el secreto para vivir sensualmente.
Moverse en su propio cuerpo en conexión total, ser presentes a si mismo y despiertos en cada momento. Dejar que esto nos guíe a través de las sensaciones y vivirlas completamente, utilizando los sentidos como herramientas de conocimiento y fuente de placer.
Así volvemos a nuestra origen, nos acordamos de ser parte del todo, y simplemente vivimos.
Pero vivimos cada instante de manera sensual, haciendo el amor con la vida.
Laura Orsina y Axel Cipollini
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