Tres poemas después estarás refiriendote al principio glorioso
que constituye tu gran conciencia
pero una vez
alargué una mano para tocarte y tú
no hablabas de lo que era prescindible
eras aún un hacha de guerra dispuesta
a no fingir en los caprichos delicados
La falsedad...
¿cómo podemos intuir un espejismo?
No puedo
no, proyecciones de quimera cuando
¡ExistO!
y disparé esta sensualidad divina al terruño
Aquí delante, Wagner
reina, expandiendo decorados geométricos
para Ludwig II de Baviera, destronado
(él todavía -pardon?-, se piensa rey)
A mi pesar soy un cañón sofisticado que derriba
toda retroromántica posibilidad fantasma:
¿dónde se halla lo que tú eres?
¿será que es solo un correlato del otro?
¿es que no existe mas que en un juego?
Oh hechizado, ya no fascinas mis ojos
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