Cada vez que me acuerdo de ti
-oh- de repente
me ha dado por pensar: dios mío, pero...
¡qué cojones
era aquello! -y no pregunto-
Veo una jaula de bóveda estrellada
recuerdo...
todavía tu mirar:
¡era de una inocencia incomprensible!
Y me alucina al fin
que el dolor y la extrañeza
absolutos pudieran
convivir de un modo lícito y permanente
Ojalá -y así que tanto tú decías- ojalá...
y para todo lo demás hubieras sido
tan constante
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