Crucé una sala enorme, ante tus ojos, para marcharme
y ni te diste cuenta
viniste a recoger porque faltaba
-¿tal vez no estaba ya en tu colección...?-
y temo que tampoco te enteraste
cuando yo quise explicarte por qué
-deduzco así que tú ya no recuerdas
ni lo mejor ni lo peor-
Hoy puedo ser feliz
mas esto único que no puedo entender:
la estupidez de tu preciosa alma
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