En medio de los cantos rodados de aquel río
soñábamos con nuestra sensibilidad
En el calor de los últimos goznes del verano
cuando todo parecía aliarse para un beso
corríamos embelesados para nacer
en oquedades naturales que descubríamos
Arroyos de la vida
parto de aquel paisaje del norte
se aproximó desnudo como un dios que surgiera
-siendo él un toro, un animal feliz-
y me besó implorando un amor delicioso
juntos los cuerpos ya
en el agua
como un escudo primordial
en la bañera de infantil alumbramiento
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