jueves, 29 de mayo de 2014


Rubén Maldonado
Nos dijeron “qué niña más guapa” tantas veces, que nos creímos que era lo que importaba.
Porque, desde pequeñitas, nos pusieron coronas, vestidos de tul, ropa que no nos dejaba jugar porque no la podíamos manchar.
Y nos chutaron dosis diarias de príncipe azul... y aprendimos a necesitarlo para vivir.
Las princesas son guapas, están asustadas y se enamoran del primero que las salva. Y del segundo, y del tercero. Y esperan, encerradas en su torre, sin hacer nada para escapar de ella.
Y nosotras aprendimos a ser como ellas.
Aprendimos a obligarnos a ser guapas, que significa fracasar eternamente en intentar parecer guapas a los demás.
Aprendimos a esperar a que el príncipe azul nos solucionara la vida, que significa construir nuestra existencia en torno a la idea de conseguir y mantener una pareja, y a sólo así sentirnos completas.
Aprendimos que estas dos cosas eran una pelea, que significa sentirnos amenazadas por todas las mujeres que nos rodean, no vaya a ser que sean más guapas, o que su torre le pille al príncipe más cerca.
Aprendimos a querernos poco, y sólo a costa de lo que nos quisieran otros.
AHORA:
Quedaos con mis vestidos de tul, mi príncipe azul, mi espejo y mi corona. Quedaos con mis complejos, mis miedos, mis vacíos y mis celos. Quedaos con todo eso que me habéis impuesto, que no lo quiero.
Porque necesito sitio para las botas, los libros, los cuchillos, los vasos y los ceniceros. Para los bolis, las fotos, los bocadillos y mis cuentos. Para los condones, la bici, los pinceles y los baberos. Para las cazuelas, los periódicos, el martillo, los clavos y los ligueros. Para bailar, correr, descansar y tirarme en la hierba a ver pasar el cielo. Para mis Sueños, mis desastres y mis deseos. Para fracasar y empezar otra vez con mis proyectos. Para mis amigas, mis ligues, mis mujeres admiradas, mis Quiero y mis no quiero. Ahora necesito Lugar para mi Vida. ¡Mi Vida! al margen de lo que ustedes me intentaron enseñar...
 
 

Próthesis

Espera,
aún me quedan alegrías para darte,
tengo mil noches de amor que regalarte,
te doy mi vida a cambio de quedarte.
Espera,
no entendería mi mañana si te fueras
y hasta te admito que tu amor me lo mintieras,
te adoraría aunque tú no me quisieras.

La nave del olvido





Los rincones del desamor
sus límites desamparados:
ya no me amaba...
Asegurarme
de si no volvería
La lealtad abandonando el sumidero
todos los días amenazando con marchar

Desde la súplica, pidiendo perdón
por lo que nunca me correspondía
permaneciendo en los bajos de los bajos
Y, sin embargo, cierto día comprendí:
yo me marchaba
hasta con lealtad me marcharía

En ese instante la herida cambió de pecho
en ese instante la culpa cambió de alma
y dijo:
"advierte
que para mí estás muerta"

Este perdón lo significará este poema


"Si tú te fueras
sería amputarme una parte de mí
como si me faltara un brazo"

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 Próthesis. Exposición del cuerpo del difunto en la antigua grecia.

El mundo necesita terapia


Género y masculinidad, ¡a la mesa!

http://orbitadiversa.wordpress.com/2014/04/03/genero-y-masculinidad/

Vivir la Utopía



Vergüenza menstrual

Me encanta ser mujer y tener la regla porque esa es mi naturaleza. Cada vez disfruto más y con más placer de tenerla. Todo lo demás me la suda. Que la gente acabe con su cuerpo si quiere, que lo niegue, que lo oculte, que lo denigre, o que lo ponga en una bandeja para agradar a cualquier imbécil que a lo mejor se lo follaría. Mi sexualidad consta de valor, reconocimiento y dignidad. Me pertenece, es mi propio ser, así que dejen de mirar como si fuéramos todos gilipollas. No voy a ser parte de eso. Yo decido sobre mi sexualidad y sus circunvalaciones; tú no. Hasta aquí, porque ciertamente mi templo ha sido profanado. Establezcamos pues esta radical diferencia.

http://lacarparoja.blogspot.mx/2013/08/verguenza-menstrual-entrevista-chris.html?m=1

martes, 27 de mayo de 2014

Crueldad

"Consiga plaza como ayudante de instituciones penitenciarias"
busque donde no encuentra y piense en cuanto no desea
distráigase de su felicidad por una simple e inútil preocupación
céntrese
caiga ud en manos de las peores personas, construya esto para nosotros
no piense en estar bien sino en sobrevivir
recuerde: ha nacido usted para pagar su deuda
no olvide: siempre le estamos acechando, nosotros
somos aquellos que ya han sucumbido y
permanecemos en el lugar de nadie
vamos trillando este lugar de nadie
recuerde, no deje ud de mirar hacia aquí
molesta, es ud un intruso y nos recuerda
aquel momento de traición hacia mí mismo
de oscuridad perenne
de ostensible epitafio, separación
entre los muertos y los vivos
en el que yo podrá ser otro hasta la astuta eternidad

viernes, 23 de mayo de 2014

Adictos a lo exterior

Si nos volvemos adictos a lo exterior, nuestra interioridad vendrá a acosarnos.
Nos dominará la sed y ninguna imagen, persona o acto podrá saciarla.
Para estar completos, debemos ser fíeles a nuestra compleja vulnerabilidad.
Para conservar el equilibrio, debemos mantener unido lo interior y lo exterior, lo visible y lo invisible, lo conocido y lo desconocido, lo temporal y lo eterno, lo antiguo y lo nuevo.
Nadie puede afrontar esta misión por nosotros. Cada cual es umbral, único e irrepetible, de un mundo interior. Esta integridad es santidad. Ser santo es ser natural, acoger los mundos que encuentran equilibrio en ti.
Detrás de la fachada de la imagen y la distracción, cada uno es un artista en este sentido primigenio e inexorable.
Cada uno está condenado y tiene el privilegio de ser un artista interior que lleva consigo y da forma a un mundo único.
ANAM CARA

viernes, 16 de mayo de 2014

El fueguito interior

Sigo con los mensajes que me encuentro por la red, rumbosos y sin rumbo. ¿O no? No estoy en el momento de escribir -todavía-. Tengo que vivir más a fondo lo que soy, lo que apetezco. Lo que me pertenece. Lo que me es propio. No soy una bicicleta. Mi abuela tampoco lo es. Creo en mí como mujer y no como persona perteneciente a esta sociedad. ¿Que como soy MujeR no quepo en este mundo? No. No sé cuándo me quedaré tranquila. No sé si finalmente venceré. Espero que sí. Hasta entonces no sé lo que ocurrirá. Espero que finalmente suceda algo bueno. Siempre.

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Vivir con un poco menos, no pintarse las uñas ni tener más de cuatro pares de zapatos. Frecuentar muy poco los supermercados, los grandes centros comerciales, las horribles oficinas. Acudir, sin embargo, más al bosque, al parque, a las riveras de los ríos, a la sombra de las encinas, al mar solitario, aunque sea descalza, aunque sea con el mismo jersey gastado que llevábamos en el instituto. Trabajar al aire libre, a media jornada y por cuenta propia. Tener un montón de tiempo para una, pasar largos días en la propia compañía, sin utilizar el móvil ni el ordenador ni la tablet ni… Escuchar a los pájaros como si nos fuera la vida en ello, caminar, caminar mucho por entre las cortezas, las ramas, el musgo, las flores. Tener un lago enteramente nuestro, para bañarnos desnudas, y ver cómo se acercan los martines pescadores, esas criaturas de azul vibrante y naranja tan necesarias para el alma. No protegernos de la lluvia, dejarnos empapar por el cielo que tiene algo que decirnos. Depilarnos menos y leer a las grandes mujeres, mujeres de todos los tiempos que dejaron su sabiduría para nosotras, su legado. Cocinar todos los días por placer, porque podemos hacer verdadera magia para la vista y la sangre con sólo cocinar. Dormir sin bragas, aprovechar las noches de verano para dormir a la intemperie, mirar fijamente al sol cuando está casi escondiéndose por la lejana montaña. Rodearse de belleza, alimentar el fuego creativo, respetar el ritmo que nos marcan nuestros ciclos. Respirar profundamente cada cinco minutos, volviendo la conciencia al cuerpo, ese templo tan hermoso que tenemos. Convivir con animales salvajes, como los felinos, los perros y los pájaros, correr y volar con ellos. Amamantar a nuestras crías, dormir a su lado, darles masajes todo el tiempo. Leer cuentos infantiles, son un remedio eficaz contra la desilusión y la desesperanza. Bailar en la naturaleza, mover las caderas entre montañas o en la ancha llanura castellana, rodearse de mujeres que quieren vivir más libres y más ellas. Tocarnos los pechos un día sí y otro también, agradeciendo, amando y respetando su presencia. Dejarse inspirar por lo siguiente: viajes, águilas, sueños, indígenas, plantas, meditación, silencio, niños, arte, acantilados…
Todas podemos introducir algunos de estos cambios en nuestra vida cotidiana. Es esencial que lo hagamos, si no queremos morir de hambre. La mujer de hoy ha sido civilizada en exceso, está sobreestimulada intelectualmente en un trabajo que le ocupa ocho o más horas diarias, en una vida virtual que la satura con estímulos que nada le aportan: entrevistas a no sé quién, anuncios graciosos, fotos de personas a las que ni siquiera conoce, conversaciones frívolas, jueguecitos en el móvil… Lo bueno de ésto es que, tarde o temprano, deja de funcionar, la humana llega a niveles altísimos de fatiga, desinterés y ansiedad, y se ve obligada a buscar en otra parte, quizás debajo de las raíces de los árboles, quizás en su propio corazón.
Puede que tú seas una de esas mujeres y te sientas al borde del cansancio, del profundo vacío, del sinsentido que duele como la peor de las heridas. Quizás no logres encontrar espacio para tí, para alimentarte por dentro, para fortalecer tus pasiones y grandes sueños. Si te encuentras sin fuerzas en una encrucijada del camino y no sabes para dónde tirar…. Escucha estas palabras, hembra, PRIORIZA. Lárgate sola al bosque, al campo, a esa ciudad que tanto te ha inspirado siempre. Deja lo que tengas que dejar atrás: el trabajo, una relación que ya no te nutre, unos estudios que no satisfacen tus inquietudes, obligaciones varias… COGE el pulso firme que te queda y dedícate en exclusiva a llamar al fuego que perdiste, la libido que antaño te permitía ilusionarte de verdad, hacer las cosas con verdadera alegría y PODER. Sólo te tienes a ti, linda, con tus dos alas grandes y tus garras de águila. NO TE ABANDONES ahora. Vuela sobre las veredas, otea todos los riscos, tantea los diferentes tipos de viento hasta que te encuentres de nuevo. Para eso estás aquí, mujer. Y lo sabes.
Gracias por estar ahí, 

Nuria.