sábado, 17 de enero de 2015

Es como si estuviera sentada encima de mi cabeza. Tal vez os parezca grotesco. Me aburro como una lapa desesperada que se aferra. Es igual, todo lo suelto ya. Esa doble mía sobre mi cabeza parece estar esperando algo, y yo le digo que lo de antes no me vale, que no me va a seducir con sus costumbres paradisíacas insostenibles en la realidad gris. Deja de intentarlo, guapa; ni se enteran... preferían estar tranquilos aunque fuera en su mierda, en sus migajas. Yo solo quiero vivirlo todo. Las cosas no pueden ser la hostia o una mierda. La mayor diversión nace del aburrimiento más soporífero. Mi único dolor es tener que sentarme ante esta incondicionada alegría. Sí, me siento ridícula. Ahora mismo solo me digo: "poco a poco", y me desmadejo de ángeles, y me quedo como estoy. Es mejor así; es mejor ahora que no estoy soñando, que voy a vivir concretamente lo que viva. Si no es ahora no será. Toma asiento.
Bien, no busco compañía porque estoy muy acompañada de mí misma. No busco la compañía que no tengo. No tengo nada y así seré más feliz. Me desprendo de los caballos, de las cabezonerías, podemos vivir instantes de felicidad, acompañándonos de otros corazones. Siempre será desde mi propia certidumbre. Con otras personas o no, será desde mi propio corazón. Esa caverna o ese lago virtuoso. No me pierdo en compañía de otros, no me extravío en otros rostros, en otras opiniones, en otros estilos de vida. Aprendo y atesoro.
La intensidad es una fábula, no nos deja vivir con certidumbre. Encuentro la armonía en mí y no busco a nadie. Tampoco entiendo a nadie; respeto. No es necesario hablar de lo que no se está llevando a cabo. Parquedad. Incertidumbre como tesoro, dudas providenciales, sucesos paradójicos. Si tú no te aclaras no te hallarás en otra parte. Hay la oportunidad de exclamarte a ti mismo y de conocerte de un modo novedoso. Hay la oportunidad de no vivir en los conceptos, de vivir en la vida y de dejar de organizar su poderío. Hay la oportunidad del misterio cotidiano, de la sorpresa a cada paso. Hay la oportunidad de llegar a los defectos desde el humor más transformador, de tesorear sus lanchas de motores bucéfalos.
Hay la oportunidad de aceptar y agradecer la vida, nuestros encuentros instintivos y empecinados, nuestras tontunas inexplicables, nuestra niñez. La inocencia que no sabe, no sabe y no condena en seguida al nombre, a la vulgaridad repetida donde nadie hará acto de presencia.
Hay la oportunidad de volvernos locos, y no pienso desaprovecharla sin llegar al límite de lo posible.
Tomemos asiento. Tal vez algo mágico nos haga volver a levantarnos. Tal vez no lleve suelto pero sigo adelante.



"Cuando recordamos que todos estamos locos, los misterios desaparecen y la vida se explica por sí sola."

Mark Twain

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