jueves, 15 de enero de 2015

Hijos del agobio

He terminado de leer un libro que no sabía que estaba leyendo. Se llama Agobio -o Hijos del agobio, como me gusta llamarlo en homenaje a Triana-. Este libro me ha parecido meramente técnico -una mierda, vaya- y no he disfrutado nada leyéndolo. Me ha enseñado la diferencia entre disfrutar y sufrir cuando estoy haciendo cualquier cosa. Para mí es importante y vitalista disfrutar. Todo lo demás es lo peor para cuantos nos rodean; es un rollo y nos lleva al aislamiento, al ego y a la petulancia, además de al orgullo absurdo que procede de la falta de la propia valía para bastarse con la propia felicidad del cuerpo de uno. Hay que valorar por encima de todo la belleza en nosotros. Supongo que la belleza de la que hablo no es aquella triste, autocomplaciente y narcisista, aquella belleza con minúsculas, fragmentaria y opaca. Molar nunca me ha sido suficiente, nunca me ha bastado. Necesitaba más. He aprendido que la belleza procede del amor pero bien nos han enseñado a esclavizarla y a observar la mentira de su relativa verdad. No soy una persona superficial ni lo contrario. He aprendido a ser yo. No creo que en la realidad existan la forma ni el fondo. Creo que existe uno mismo y todo lo demás. La valoración que podamos hacer de ese demás será lo que nos haga absolutamente dichosos o relativamente desgraciados. Creo que por poder, se puede ser absolutamente todo; todo depende de donde hayamos establecido el límite. Ser demasiado ambicioso es un problema de salud, responde a un organismo preocupado y ansioso que no valora lo que es sin más. La dicha está a nuestro lado y la desdicha siempre hay que buscarla.
Ya no podía compartir ciertas nimiedades, ciertas costumbres vacuas e incoherentes y sobre todo, simple y llanamente, jamás he sido capaz de fingir sin un gasto de energía tremendo. Esas cosas tristes, que allá donde yo esté no se me vea claramente como aquello que soy y significo, todas esas cosas tan excesivamente interesantes y que a mí me aburren tanto... recordar todo esto me ha hecho saber y entender muy bien que yo ya no puedo estar donde estuve. Es posible que todavía valore mucho las flores entre todo aquel desorden pasado; es muy probable que todavía valore mucho todo lo que ocurrió -porque de hecho yo siempre lo he valorado. El caso es que yo no puedo vivir del pasado porque para mí todo lo que existe procede de la vida, es agua clara y en movimiento
De ser valorados los objetivos más que las personas -lo que es lo verdaderamente importante-, yo he decidido no estar allí. Desde que nací me han hecho ver la misma película y me han dado muy buenas críticas de ella, además de unas caricias muy negativas para mí. A mi lado está la felicidad y esta consiste en dejar que todo lo natural me encuentre y llegue a mí. Todo lo disfuncional huye de mí, todo lo impostado ya no me halla porque bajo mi mirada nadie puede esconderse. Estoy consiguiendo ser la mujer más sencilla del mundo y lo cierto es que ya no quiero ser otra cosa que esta como principio. Como principio...

19 de mayo de 2014

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