Pero, qué ven mis ojos, no soy lo suficientemente moderna; me lo habéis demostrado. No supe conciliar la tolerancia con la libertad, la experimentación con el riesgo, la diversión con la noche. No soy lo suficientemente moderna, lo reconozco. Mi niñez es sencilla y no sofisticada. Mi rara perfección consiste en no añadir nada a la felicidad, en ese preciso momento en que no se le puede quitar ninguna capa a ninguna de nuestras listas de tareas pendientes.
14 de marzo de 2014
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