lunes, 29 de septiembre de 2014

La cultura de la violación

Está por todas partes, pero la tenemos tan interiorizada que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de ello. Se canta, se anuncia, se bromea con ella. La vivimos en nuestro día a día, y su aceptación supone la trivialización de la violación, de forma que cuando esta ocurre la responsabilidad se invierte, y acaba recayendo en la víctima (culpabilizándola por cómo iba vestida, por su actitud, porque había bebido). Sus manifestaciones han construido una sociedad en la que la mujer es vista y tratada como una cosa,  como un objeto que tiene la exclusiva función de satisfacer deseos ajenos.
La cultura de la violación abarca un gran número de comportamientos de diferente gravedad, y presentes en diversos ámbitos, por lo que aquí nos vamos a ocupar únicamente de aquellos con los que convivimos de forma más habitual, aquellos que por estar tan presentes en nuestra cultura hemos llegado a ver como “normales” y nos hemos dejado, en muchos casos,  de cuestionar.
Los medios de comunicación y la publicidad son unos de los principales responsables de que se perciba a la mujer como un accesorio, como un complemento. El documental Miss Representation hace un buen trabajo reflejando como esta es reducida en series de televisión, películas y anuncios a su apariencia física, mostrándola en muchos casos desnuda, dejando su cuerpo al servicio de hombres que aparecen completamente vestidos. Y muchos de estos productos televisivos y cinematográficos van dirigidos a adolescentes, transmitiéndoles desde bien pronto el peligroso mensaje de que el cuerpo de la mujer es en sí mismo una invitación y una provocación.

Gracias a proyectos como Everyday Sexism podemos ver lo común y habitual que es el acoso que sufren las mujeres en lugares públicos, y como la sociedad lo ignora o justifica en muchas ocasiones. Están de triste actualidad los acontecimientos ocurridos en los Sanfermines, comportamientos justificados por muchos dado que, al parecer, que una mujer se quite la camiseta da a los demás derecho a todo. Se acepta que el que una mujer se ponga en una determinada situación hace que resulte legítimo el que se la someta y humille, todo ello para culparla e insultarla luego  por “dejarse” y por “buscarlo”. 

Y cuando una violación tiene lugar se señala a la víctima. Pasó con Rehtaeh Parsons, con Amanda Todd, con Audrie Pott y con muchas más.  Ellas sufren la vergüenza, son ridiculizadas y acosadas.  Se las insulta en las redes sociales  (lo que se dijo sobre Jane Doe, la víctima de lo ocurrido en Steubenville), y los medios de comunicación lamentan que las vidas de los violadores hayan quedado arruinadas. Los agresores se burlan compartiendo fotos de los hechos,  y el público utiliza estas para humillar a las víctimas. Y es que vivimos en un mundo en el que es más vergonzoso ser violada que violar.
Sobre lo ocurrido en Steubenville:

Todo esto, toda esta cultura de la violación nos transmite a las mujeres un mensaje claro: que nuestro valor reside únicamente en el beneficio que otros puedan sacar de nuestros cuerpos.  Que somos objetos a los ojos de una cultura que nos desprecia y no tiene reparos en anular nuestra voluntad. Y que si nos quedamos calladas nunca dejaremos de serlo.
Tienes derecho a decir “no”:

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