Está por todas partes, pero la tenemos tan interiorizada que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de ello. Se canta, se anuncia, se bromea con ella.
 La vivimos en nuestro día a día, y su aceptación supone la 
trivialización de la violación, de forma que cuando esta ocurre la 
responsabilidad se invierte, y acaba recayendo en la víctima 
(culpabilizándola por cómo iba vestida, por su actitud, porque había 
bebido). Sus manifestaciones han construido una sociedad en la que la 
mujer es vista y tratada como una cosa,  como un objeto que tiene la 
exclusiva función de satisfacer deseos ajenos.
La cultura de la violación abarca un 
gran número de comportamientos de diferente gravedad, y presentes en 
diversos ámbitos, por lo que aquí nos vamos a ocupar únicamente de 
aquellos con los que convivimos de forma más habitual, aquellos que por 
estar tan presentes en nuestra cultura hemos llegado a ver como 
“normales” y nos hemos dejado, en muchos casos,  de cuestionar.
Los medios de comunicación y la publicidad son unos de los principales responsables de que se perciba a la mujer como un accesorio, como un complemento. El documental Miss Representation hace
 un buen trabajo reflejando como esta es reducida en series de 
televisión, películas y anuncios a su apariencia física, mostrándola en 
muchos casos desnuda, dejando su cuerpo al servicio de hombres que 
aparecen completamente vestidos. Y muchos de estos productos televisivos
 y cinematográficos van dirigidos a adolescentes, transmitiéndoles desde
 bien pronto el peligroso mensaje de que el cuerpo de la mujer es en sí 
mismo una invitación y una provocación.
Y cuando una violación tiene lugar se señala a la víctima. Pasó con Rehtaeh Parsons, con Amanda Todd, con Audrie Pott y con muchas más.  Ellas sufren la vergüenza, son ridiculizadas y acosadas.  Se las insulta en las redes sociales  (lo que se dijo sobre Jane Doe, la víctima de lo ocurrido en Steubenville), y los medios de comunicación
 lamentan que las vidas de los violadores hayan quedado arruinadas. Los 
agresores se burlan compartiendo fotos de los hechos,  y el público 
utiliza estas para humillar a las víctimas. Y es que vivimos en un mundo
 en el que es más vergonzoso ser violada que violar.
Sobre lo ocurrido en Steubenville:
Tienes derecho a decir “no”:
 
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