Nacemos y crecemos en el relato tejido por otros, esto es
las sombras del vacío 
En esta vida el destino es perdernos 
para perderlas, he visto 
lagos o ríos
agua y aceite, he visto 
mi propia escisión y conflicto, nadie 
acompaña a nadie al infierno
nadie perdona la estancia del otro
en tal no ser, nadie que vea 
donde está realmente 
el otro
nadie que se vea, su vacío 
inhabitado, invalidado y negado, reprochado 
amor:
el corazón desentendido 
Pero alguien ha visto lo irredento 
¿Quién no ha desgarrado en el dolor del amado, de la sangre, su dolor propio?
¿quién no se dio cuenta del desgarro del alma propia en el amor que asesinaba? 
para mí 
el amor solo nos vive para vivir 
porque sí le permitimos vivirnos
¿desde qué lugar de tu ego lo condenaste sin pruebas? 
¿quién ha advertido que un infierno es eso, que el ego
jamás nos ceda a esta vida? 
Tan solo nuestro niño lo perdona
porque él sí sabe que lo más importante es poder jugar 
el niño 
siempre ama sin seguridad, siempre ama
sin necesidad de saberlo 
no necesita un látigo y autoflagelarse
tan solo hicimos que lo cogiera, ya no preguntes 
por qué él ya te ha olvidado, ahora 
ya conoces su respuesta: ya conoces 
tu silencio 
 
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