sábado, 27 de diciembre de 2014

Maneras de reconocer el ego espiritual

1- Lo mío es lo mejor:
He hecho este curso o aquel otro y para mí son los mejores. Todo lo demás lo desprecio. Obviamente como el ego espiritual es sutil y fino no pienso “vaya chorrada” más bien sería algo como “pobre, está haciendo una práctica que no es tan poderosa como la mía, si supiera, haría lo que yo”. Eso sí, sin probar lo que hace el otro.

2- Síndrome del Salvador:
Viene a resumirse en “voy a ayudarte con mi información quieras o no”. Es importante aclarar que si yo soy el Salvador el otro está por debajo mio, necesita de mi ayuda, es una ovejita descarriada a la que yo volveré al buen camino. Si eso no es ego…
También tiene una versión que está llena de rencor a los demás, a los que quieres salvar, por no hacer “lo correcto”. Una cosa es compartir y hablar tranquilamente sobre tu visión de la vida y otra, muy diferente, intentar convencer e imponer.

3- Utilización continuada de la palabra “Nosotros”:
Están "ellos" y estamos "nosotros". Ellos son en general y para ser honestos "todo aquel que no tiene inquietudes espirituales". Nosotros "todos los que hemos empezado nuestro camino de búsqueda interior". Y esto ¿qué quiere decir? ¿el inicio de la búsqueda nos convierte automáticamente en mejores personas? ¿no hay gente fuera del camino espiritual que no tenga mucha más conciencia, coherencia y ética que muchos de los que están dentro? ¿que es exactamente lo que nos hace a "nosotros" mejores que "ellos"? Y si de hecho estamos haciendo esa diferenciación en nuestro día a día ¿dónde estamos REALMENTE nosotros?
Esa luz que todos buscamos está en un corazón abierto, no en el desprecio sutil.

4- Soy muy espiritual:
Por eso no estructuro mis cursos, llego tarde a mis compromisos, soy poco serio, todo me parece bien, no hago bien mi trabajo “normal” porque no es tan importante como mi “misión”… En definitiva es gente que se ha enganchado a las emociones que te dan las nuevas experiencias descuidando lo terrenal. También se ha formado una imagen de sí mismo como alguien especial por tener más o menos sensibilidad o haber estudiado con este o aquel maestro. Es decir, que entre sus chakras superiores e inferiores hay un tremendo desequilibrio.
Puede que hagan viajes astrales, canalizaciones, sanaciones, que tengan visiones, conozcan sus vidas pasadas o mil cosas más. Si no son capaces de bajar todo lo espiritual a la Tierra, a su día a día, no están actuando como canales de luz en la Tierra, que es realmente su única “misión”.

5- No me van a entender:
El exceso de explicaciones a quienes no nos las pidieron esconde ego, pero también lo hace el hecho de asumir sin más cuál será la reacción de los demás.
Un gran grupo de meditadores iban a un retiro de obsidiana en Montserrat, cada mañana a primera hora a la capilla estaban haciendo sus meditaciones. Un día había dos monjas allí, entraron los meditadores también con la esperanza de que al verles se irían las monjas. Pero no, allí se quedaron. La maestra de meditación les guiaba muy bajito y los meditadores le seguían. Al terminar salieron y las monjas se quedaron. Los comentarios al salir fueron de “¡Monjas! A saber lo que estaban pensando” a “Ya se podían haber ido y dejarnos tranquilas”. En esto, salieron ellas y muy amablemente se dirigieron a los meditadores preguntándolos qué hacían. Estos le contestan que son un grupo de meditación y ellas contestaron “¡Qué bien! ¡Hay que seguir así!”.
Todos los meditadores se dieron cuenta de la lección: en su camino de evolución, les molestaba que la gente les juzgara y ahí estaban juzgando a otras que también tenían su propio camino. ¿Qué había detrás de nuestro desprecio? Dolor y miedo a ser juzgados, a no ser reconocidos o validados. Y para defenderse ¿qué hacían? Juzgar, no reconocer, desvalorar.

6- Mariposeo espiritual:
Se da en las personas que van de una técnica a otra sin integrar ninguna, pero que al hacer muchas piensan que están por encima de los que han estudiado menos. Annie Marquier en su libro “El maestro del corazón” dice “Al ego le encanta ilusionarse con filosofías complejas, porque así permanece en lo vago e impreciso y satisface la máquina intelectual; y con prácticas sofisticadas que, en definitiva, no dan resultados integrables en lo cotidiano. El ego también busca el método milagro, la técnica especial que le aportará la liberación, porque sabe (aunque no lo reconoce, desde luego) que no encontrará nada en absoluto”.

7- Me sé la teoría fenomenal:
Seguro que si has realizado muchos cursos os te has encontrado con algún maestro que predicaba y predicaba mientras los alumnos os preguntabais ¿cuándo piensa aplicarse todo esto él? Claramente es más fácil saberse la teoría que practicarla. Esto puede generar dos clases de ego espiritual. El del maestro que se cree estupendo por saberse la teoría de pé a pá, pero no la practica (esto no suele verlo porque es un poco duro), y el del alumno. Y es que, si el alumno ve que el maestro no es un enviado del cielo absolutamente coherente puede agarrarse a ello para no practicar tampoco él. Con lo cual su ego está juzgando al maestro y mostrando una salida muy plausible a nivel intelectual para no cambiar.
Sea un maestro que se cree maravilloso o una persona que nos cruzamos por casualidad, de todos podemos aprender. Juzgarles es una forma de alejar de nosotros ese aprendizaje. Los verdaderos maestros ríen, se equivocan y se ilusionan. Es decir, que son humanos que saben algo que nosotros ignoramos, con lo que prácticamente cualquier ser puede en algún momento ser un maestro para nosotros.

Autor desconocido

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