viernes, 14 de junio de 2013

El fin de la inocencia (Abraxas)

Oh caro amante al que alimento y complazco
por la verdísima pradera o el lago, en el estanco del carbón
tu precio es una eternidad enferma del mismo modo
que una sorpresa galante, desordenada, sin principio

Me conociste siendo más niña que tu niño
te amé a ti más que a la promesa perfecta
oh diabólica ascensión, me hallo en la puerta
entornada de un centro valdío -motor de nadie-

Pero qué pronto aprendí yo de tu artística mirada
-temprano descenderíamos de aquella blanca torre armónica-
oh la incenciaria de los fragmentos que anochecían
y se guardaban hasta la tumba sin muerte, oh, amor... ¡inocencia perdida!

Soy una infanta plena de bondad y maldad
qué luz dual y sabia soy, qué la experiencia

Relámpago patético -un rayo triste se alza ante ti-
ya te devora sin elección cuanto docto u oculto

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