jueves, 6 de junio de 2013

Imagino que estás aquí,
tal vez por lo que tengo que decirte.
Quizás por cuanto tengo que decirte
o tal vez,
porque ya tenga que soltarte

Cadenas,
cadenas
de falsa libertad:
El Esperpento Postmodernista.
¿La realidad? ¿Acaso tú me preguntas a mí
sobre su base?
Pudiste entender algo en aquel encontronazo.
Yo te soñé abrazándote, y tú hablabas.

Yo no podía recordar esas palabras.
¿Qué sería?
Ah, aquellas, esas,
estas palabras.
Pero el encontronazo real…
ya hubo tenido que ocurrir:
el loco acontecer sorpresivo.
Tu cara relajada. ¡Eras!
Y de qué modo… Tu natural
ternura triste.
Me desperté al despuntar el alba.

¿Y mi corazón? ¿Y el centro
de mi pecho?
Ahogados en su propia tormenta
Ahogándome… ¡decir! ¡decirte!
Buscando en el lugar donde nunca te hallo.

Pero este pecho
¡gritaba furioso! Movía estrellas.
¡Sácalo de donde está! ¡sácalo!
¡sácalo de tu centro!
Mas mi intención de buscarte era inútil.

Decírtelo,
decirte que mi pecho está cansado,
bullendo de su extraña violencia.

Decir antes de morir…


mayo 2010

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