jueves, 9 de octubre de 2014

Me gustan los piropos

Los que me dicen las personas que me quieren, que hacen referencia a cosas bonitas de mí, y no tienen contenido sexual. Y los de las personas con las que quiero follar, cuando hacen referencia a cosas bonitas y sexuales que les inspiro o me quieren hacer.

Pero no me gusta que personas que no conozco me expresen en voz alta sus opiniones sobre mi cuerpo, mi cara, determinadas partes de mi anatomía, mis órganos internos (lo juro) o lo que me harían, si pudieran -independientemente de mi voluntad-. Tampoco me gusta que hablen de mí, o de determinadas partes de mi anatomía, como si no estuviera delante, aunque sea para decir cosas bonitas. O sexuales.

Porque eso no son piropos. Los piropos tienen que ver con el deseo, implican una intención de halagar, como primer paso para seducir. Esconden un deseo de gustar, de entrar en comunicación e interacción con la persona que los recibe.
Pero quienes te increpan por la calle, sin conocerte, en voz alta, sin que tú hayas mostrado ningún interés, no pretenden seducirte, ni quieren interactuar contigo, ni les importa una mierda que te guste lo que te están diciendo. Porque esas opiniones sobre tu cuerpo, tu cara o alguna parte de tu anatomía, tienen que ver con el poder. Quieren demostrar que el que lo dice tiene el poder de expresar lo que opina sobre tí, y tú no tienes más remedio que escucharle. Algunos pretenden, incluso, que sonrías, agradecida.

Pruébalo. La próxima vez que alguien que no conoces exprese una opinión que no le has pedido sobre tu cara, tu cuerpo, la largura de tu falda, la profundidad de tu escote, las acrobacias sexuales que compartiría contigo o el índice de curvatura de tu anatomía... no aceleres el paso, ignores el comentario o hagas como que no te molesta... párate, mírale a la cara, y devuélvele una opinión sobre su cara, su cuerpo, su pinta, o la poca gracia que te hace que te moleste con opiniones inoportunas. Y verás lo que pasa. 

Verás cómo pasas de ser una bella odalisca a ser una puta, una loca, una guarra, una gorda, una fea...
Porque ya no le gustas. Porque ya no eres una chica mona que escucha, aguanta y calla. Porque su piropo no quería gustarte, quería demostrar quién manda. Y para que alguien mande, alguien tiene que obeceder ¿O era obedecer?

faktorialila.com

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