Los estados de ánimo que habitamos desde nuestra mente se suceden a veces como las estaciones, cada una de ellas expresa abiertamente sus colores y sabores, ocultando cuidadosamente los potenciales que desplegará la siguiente. Por eso, interrumpir la pena, por ejemplo, sin esperar a sus frutos es negar de alguna manera la alegría. No se trata de reprimir una emoción, sino de llevarla a la sabiduría, es decir descubrir los sabores que esconde.
Nuestras creencias, sumergidas en la dualidad, suelen emitir un juicio de nuestras emociones, cortando el hilo que nos conduciría a entenderlas en la pureza de nuestro corazón; desde ella podríamos saborearlas, dejarlas ser, y convertirlas en actos creativos con los que embellecer el mundo.
La Danza de la Vida
Nuestras creencias, sumergidas en la dualidad, suelen emitir un juicio de nuestras emociones, cortando el hilo que nos conduciría a entenderlas en la pureza de nuestro corazón; desde ella podríamos saborearlas, dejarlas ser, y convertirlas en actos creativos con los que embellecer el mundo.
La Danza de la Vida
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