domingo, 17 de julio de 2016

El ritmo - Presencia


El momento de cambio era ese, el presente
como siempre ahora: el mismo momento ininterrumpido
lo único que he hecho bien en los últimos tiempos
ha sido entender que no necesito entender
cada vez que he tratado de entenderte, de entenderme
todo ha sido artificial y frío
sin sentido y absurdo, despiadado, esperpéntico, falso, turbio
carente de posible fallo y hermoso perdón
cada vez que ha fracasado la supuesta certeza de mi pensamiento
eso era un acierto de la naturaleza, pero
¿qué sabía yo entonces?
¿qué sabemos cuando todavía nos empeñamos en que todo sea como queremos
o como no queremos?
¿A quién podría explicárselo para poder vivir esta alegría?
¿quién va a creer en esto que sí existe incesante?
ese momento espontáneo que se da
es la vida y su sentido
y no hay nada más que vivir
cuando no estamos pensando el pensamiento
cuando no nos paramos a recordar el recuerdo
a prefijar la próxima experiencia
a pretender que lo ocurrido dure o se repita
Dejamos de amarnos cuando queremos vivir la vida sin estarla viviendo de veras
cuando la estamos exigiendo para que nos de lo que esperamos o nos compensa
sufrimos porque no vivimos el momento presente
porque no lo queremos vivir
sufrimos porque hemos dejado de percibir la felicidad
y la felicidad es lo que ocurre
desde la perspectiva de que estamos viviendo la vida porque vivimos
cada momento que experimentamos solo podemos vivirlo una vez
creemos erróneamente que se repite
pero es tan solo nuestro pensamiento lo que cree que se puede repetir de ese u otro modo
que esa falacia está sucediendo o sucederá
que tenemos tiempo para vivirlo después
porque lo que sucede es la vida
una experiencia desconocida hasta que nos encontramos y perdemos en ella
una experiencia de la que nadie sabe absolutamente nada
-pero de la que todo el mundo pretende hablar definiéndola a su antojo-
excepto su propia experiencia actual

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