viernes, 13 de marzo de 2015

La decisión: ¿aceptas el desafío de perdonar?

Doy fe de que el perdón es completamente transformador y a mí me ha solucionado situaciones aparentemente irreversibles y ha dado la vuelta a reveses realmente graves que supuestamente no tenían remedio ni yendo a Lourdes. Lo realmente increíble es que no, no estoy de coña... Lo que en definitiva es una gran noticia. Y no, no tuve que hacer absolutamente nada para arreglar mis problemas sino que se solucionaron con mi mágico poder...
Fuera coñas, yo defino el perdón como una vuelta a la inocencia de ser uno mismo y dejar ser a los demás, una voluntad de amor a pesar de todo lo que suceda en esta vida, un deseo genuino de conciliación soltando el miedo y confiando lo suficiente, una voluntad del sí frente al no. Es perder un juicio que lleva al dolor y a la separación de los demás. Es ser capaz de permitírselo a uno mismo y soltar toda idea que hace imposible que el amor exista y se manifieste. Es dejar de vivir desde la imposibilidad, el resentimiento, la resignación o la negación sistemática de bajarse de la burra. Es dejar de vivir en el "yo" excluyente.
A mí me ha servido, vaya. Ya no me enrollo más.

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