viernes, 10 de abril de 2015

Aprendizaje

Si alguna vez he tenido un sentimiento de odio -el cielo sabe que lo he hecho-, hoy hay un amor en mí que me hace participar de toda la humanidad. No rechazo a los seres humanos a no ser que ellos rechacen a los seres humanos, entonces se estarán rechazando a sí mismos y nada se podrá hacer por ellos, una desgracia como otra cualquiera para ellos y para los demás. Nada tengo que demostrar ante la vaciedad o la aberración, simplemente me siento responsable socialmente ante sus consecuencias, soy una ciudadana y existo, por fin. Soy responsable de mi conciencia, de mi cuerpo, de sus instintos, incluso de las consecuencias de un acto de maldad ajeno, porque haré lo que pueda hacer de cara a reparar una injusticia para todos. Un acto de injusticia hacia un ser humano o su entorno es una amenaza para todos los integrantes de una sociedad.
El cielo sabe que he sentido sobre mi cabeza la oscuridad de la tiniebla. Y el cielo sabe que fui afortunada de ver y seguir la luz.
Agradezco cada día la oportunidad de tener otra opción, la oportunidad de que haya renacido mi entusiasmo por seguir adelante. Agradezco la oportunidad de perdonar y ser perdonada.
El mundo sabrá que hay alguien aquí que forma parte de un todo, que participa de la felicidad de la existencia junto a los demás. El mundo sabe de mi tristeza ante la pérdida del amor, de las lamentaciones ante las ruinas, del miedo a todas las pesadillas.
El mundo sabe lo que he sufrido; el mundo sabe que soy feliz.
El mundo sabe del miedo; el mundo aprende del amor.

Tal vez ahora nos podamos partir el culo de la risa.

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