martes, 3 de marzo de 2015

Siempre pensé que mi vida era imposible de contar, tal vez por ello me he pasado muchísimo tiempo escribiendo poemas y textos, también un poco con el fin de quedarme en paz con mi pasado, descubrir algo unitario que lo exprese, tal vez tener aunque sea un solo atisbo de punto de vista. Nada...

He abandonado. Es tan indescifrable como inabarcable la sensación -que no llega a ser una emoción, concreta, siquiera un sentimiento- que lo único que me ha sido posible hasta el día de hoy, tras tantas y tantas vueltas inútiles, tras largos y largos intentos de interpretación y sin la posibilidad ni de tan siquiera un solo o único relato, es darlo por incomprensible, tal vez sanamente incomprensible, ya que lo que últimamente pienso es que no hay organismo humano que pueda mirar todo eso junto y nombrarlo de manera unitaria. Por cierto, siempre he tenido algo de aversión a la multiplicidad y detesto hacer varias cosas a la vez. Me es muy difícil encontrarme en todo lo que he vivido como lo que soy, como yo misma, eso tal vez me torture todavía. Ante todo esto, antepongo la confianza suficiente; antepongo seguir adelante, aunque no es menos cierto que no puedo comprender cómo todo aquello ha podido ser posible. He nacido demasiadas veces de las tinieblas como para no andar al lado de la luz.

Mis padres apenas me contaron mucho del embarazo; mi madre tuvo al menos un aborto antes de mí y otro después. lo que sí sé es que al tener dos hijos varones y haber pasado 10 años desde que tuvieron a mi hermano, obviamente deseaban una niña, sin embargo, se pusieron en la peor opción para ellos, en que no iban a tener esa suerte, en que sería otro niño -así se lo decían también varias mujeres, familia del pueblo, ya por la forma de la barriga, o porque simplemente iba a ser otro muchacho- claro, excepto porque tan solo un momento, y tal vez por tanto bombardeo propio y ajeno, mi madre pensó para sí misma: "¿y por qué no puede ser una niña?". Pues eso, que a esas alturas ya venía una niña, y todo el mundo se ponía en que no iba a haber tanta suerte. Tal vez esto es una actitud muy del pueblo, al menos de las familias de mis padres, ya que ellos también suelen ser así, y mucho más mi padre que mi madre, un contable jubilado acostumbrado a prever, por si acaso, pero para ello poniéndose siempre en el posible peligro, en una opción claramente desfavorable, posiblemente desastrosa. Una frase de mi padre es: "Al saber le llaman suerte". Así ha demostrado siempre todo esto al pensar que no va a haber sitio para aparcar, al mirar el autobús de lejos, como si por el hecho de mirar si viene o no, fuera a llegar antes por el simple hecho de que él estuviese preocupado, pendiente. He de decir que mucha suerte tampoco ha tenido, a mi entender, lo que no significa que no hayan permanecido cosas muy buenas y valiosas en su vida.

Confieso que me aburre profundamente contar mi vida, ponerme a pensar en todo esto, tener que decir de dónde vengo. Me resulta agotador y siento algo de resistencia al ejercicio. Supongo que en algún momento me gustaría sentir algo bueno al tener que contar mi vida, y con eso no quiero decir que no haya habido cosas buenas, sino que ha habido desolación de más.
Si, si hay algo que pueda definir de todas mis sensaciones es la desolación. No me está resultando, desde luego, fácil hacerlo.

Lo cierto es que me ha entrado un bajón y lo he dejado un buen rato. He llegado a la conclusión de que todo lo que me ha sucedido y tanto me abruma no es tan importante y, como no fue necesario en realidad aunque yo no pudiera salir de esto durante tanto tiempo, hay que dejarlo caer poco a poco. Me pongo a hacer limpieza de canciones, de referentes; tan solo lo reciente, lo que ahora viva, aquello a que le de relevancia ahora, será desde lo que viviré. Me resulta demasiado duro este ejercicio, a veces no es bueno volver a mirar la boca de un lobo que te devoró, o tal vez la boca de un lobo en la que naciste. Supongo que nadie saca ningún placer en ello. Supongo que ni siquiera hace falta. Es solo un ejercicio -me digo-, y sin embargo, no hago más que hacer pausas porque no soy capaz de decir, nada, ni de plantear nada. No comprendo bien mi propia historia y hoy me he dado cuenta de que no siento la necesidad de comprenderla, por mucho que haya querido hacerlo toda mi vida como algo sanador de recapitulación. No, no es necesario revivir algo doloroso solo porque sea tu pasado; al menos, no de esta manera. Haré lo que pueda.

Los episodios relevantes que me quedan por contar hasta los 11 años son también dolorosos en gran parte, y lo siento pero no voy a poder hacerlo de esta manera, creo que es innecesario. Creo que tampoco quiero compartirlo con nadie.

No sé si tal vez sea válido un poema que he escrito hace poco. No tengo nada más a mano, y poemas míos hay cientos, no es que tenga facilidad para la síntesis, dadas las circunstancias.


DESTINO

Toneladas de basura reposan junto a una llama
clama este fuego, grita, cuando no es visto
habla el calor al encontrarte su espejo en tus aguas

Hoy hay un paso más hacia este camino
hay esas pistas cuando mi alma fue feliz y ambiciosa
y si es que nadie criticaba la exigente parcela del desánimo

Cuando les veo, ellos aguardan su desprecio
como esa seña de identidad sistémica
¡NO...!
Nadie es capaz de convencerme
y nadie va a estacionarme aquí

Un matrimonio natural con el orden y el oficio
un oro reflejado en vuestros ojos
en laboriosas manos que juegan a encontrarse
en la justicia de lo que sabes a ciencia cierta que eres
en lo que sabes a ciencia cierta que eras

Encuéntrame ahí precisamente
soy esta tierra prometida sin líder
soy mis dominios y mi entrega al mundo
el mapa exacto de la libertad mutua

Devolveré a la palabra la palabra
aunque la hayan expropiado de los cuerpos
devolveré los cuerpos a los cuerpos
aunque los hayan expropiado de quién eres
devolveré la ciencia a la ciencia
aunque te hagan creer que lo enfermo
es nuestra única certeza compartida

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