lunes, 6 de junio de 2016

El color de la mariquita


La verdad de una afirmación no tiene nada que ver con su credibilidad. Y viceversa.

Robert Heinlein




Una vez, cuando era extensamente joven
-creo que tenía tres años-
discutí con todos los demás niños de la mesa
os cuento -yo tengo una memoria de elefante-:
coloreábamos una mariquita, permitidme
no recordar quién lo hizo "correctamente"
no era ese el tema. Veréis
todos los niños me dijeron que no era como yo lo estaba haciendo
supongo que pintaría los lunares rojos y todo lo demás negro
y que ellos lo harían del otro modo, mas ahora pienso
¿y si eso no hubiera sido así?
aunque ellos me estaban diciendo eso
yo pensaba con contundencia que era como yo lo había hecho
todos me decían como picados que eso no era así de ningún modo
hasta parecían burlarse de mí
lo cierto es que no lo recuerdo
no recuerdo los dibujos y colores de las mariquitas
supongo que no fue dirimir lo que era fidedigno lo que fue importante para mí
solo recuerdo que para los demás niños parecía ser un asunto vital
y que a mí me daba igual lo que todos ellos decían:
era mi mariquita, la quería así y yo era yo
yo no albergaba duda alguna de cómo veía el mundo
porque sabía muy bien que el mundo era como era
-mucho más sencillo de lo que ahora lo veo-
sí es cierto que pensé que me lo estaban diciendo por algo
no sé si llegué a dudar de mi mariquita
tal vez me molesté un poco de que se pusieran así todos conmigo
¿os dais cuenta de qué seriedad alberga por naturaleza que las cosas se reflejen a la vida como son?
¿lo que como humanos nos implica un posible engaño?

Os recomiendo que no hagáis como yo
ya que me era indiferente todo excepto lo que era mi mundo
tratad de comprobar los asuntos de veras
tal vez estéis considerando las cosas al revés, por ejemplo
-ya veis, a mí me pasó inadvertido-
para los niños parecía ser muy importante, como veis
en seguida me dieron un toque monumental
y yo de los niños me fío

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