El ritmo - VII

La extraña criatura que anida en mí
y que no es en relación a nadie
me permite seros y no seros
me desborda
no cabe en esquema alguno de vida
no comprende, ella
genera el modelo adecuado
tan solo pregunta al deseo profundo
y nadie sabe qué es
porque solo entienden fragmentos
de lo posible
y ya no sabe cómo contestarles
esa mujer es una sorpresa continua
no tiene límite alguno para vivirse
es descarada hasta escuchar socorro
nadie puede definir a esa mujer
todo se le cae a esa mujer a cachos
porque no necesita de ningún nombre
porque no necesita de nada añadido esta mujer
esa mujer se enfada porque no tiene nada a mano
porque dice que todo eso es pequeño, porque dice
que no quiere un fragmento que imite a la vida
sino la vida
Sabed, no importa lo que a esta mujer le digan
no le valen las explicaciones fáciles o las excusas al margen
esta mujer persigue directamente su deseo y nada puede pararlo ya
esta mujer va a todas las granjas y libera a todos los animales
esta mujer tiene los oídos afinadísimos
se centra en todo lo que sea musical, en todo
lo que sea un juego
en que todas las músicas puedan ser parte
de la amplia música
del profundo mar azul
esta mujer habla con todos para hacer de todo
para poder hacerlo todo en todo, en eso
es precisa e incansable hasta la sutil concreción

Como el Esperanto, esta mujer
recita todos todos los idiomas sencillamente
recompone todos los fragmentos
y los vuelve a soltar como círculos completos
y la visitan las mariposas, por ellas
sabe la dirección
no necesita artilugios para orientarse
porque la vida misma es su brújula
porque la amplitud de su pecho es su faro inviolable

La condenada sonríe ininterrumpidamente
se maneja en lo impreciso
decide lentamente pero decide adecuadamente
desde el profundo corazón de la memoria
sabe que la vida es lenta y confía en eso
porque una flor crece a su ritmo
y nadie la presiona
nadie le dice a la flor por donde
ni cuándo
va a eclosionar
así, la puñetera, eclosiona

Fin
y principio