Oye, lloramos de palabras
lloramos nuestro grito, hace años, años ha...
lloramos...
no sabíamos qué hacíamos
empuñamos
como cuchillas, las plumas
los pensamientos ilógicos
el desgarro de sernos
Oye, no
no se puede volver en lo errante
solo se vuelve
en sí
pues la vida siempre entra
y ya no puede salirse de uno
Juntos
solo tuvimos esa suerte de notarlo
de agitarnos de fiereza por esto
de que no nos resultara indiferente. Confiábamos
era eso y nada más
la vida
en el jardín de ese mal degenerado
en la locura del misterio escondido
pero nada
más arriba de ese nuestro rostro
puede ser concebido hacia el vivir
y porque no me operé de olvido
y porque unos caramelos no servirán
-porque los niños tampoco los quieren-
no hay un fin
no hay una historia que termine eternamente
tampoco habrá otra nueva -ingenuidades-
pues aún hay algo por encima de las historias
dejad ya de tratar de engañar a la vida
dejadlo ya...
Yo es que me niego a matar a mis toros
-y, jodeos- porque a los vuestros
los he indultado ya
He renacido
en otro mundo aún por investigar
en vuestra más enigmática prehistoria
Nada ni nadie
y mucho menos un pasado que os creáis
me impedirá ser yo misma, ahora
ante todos, yo
¡ahora! Miradme
sin vuestras fofas máscaras de aceite
Frente a frente
tan solo -animales-
tú y yo
sin la armazón de tu lengua tan lista mediante
Arboles pelados de hojas
ya en invierno
brotes de primavera -¿sabes?-, el otoño
tampoco
es eterno
De todo aquello...
o tales
aquestos
yo -compruébalo...-
in extremis*
me mofo
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* La expresión se usa también en narratología para referirse a una de las tres posibilidades de ordenar la narración de los hechos: Ab ovo, la primera posibilidad y la más intuitiva, indicaría que la historia se desarrolla desde su inicio, siguiéndose un orden cronológico. La segunda posibilidad, in medias res, señala que la narración empieza en medio de los hechos, pudiéndose hacer una rememoración o vuelta atrás. En la tercera posibilidad, in extremis, la narración se empieza por el final, empieza por el desenlace.
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